Al día de hoy, la necesidad de conocer el mundo de los préstamos y la financiación es cada vez más acuciante. Estar informados significa tener un conocimiento exacto de nuestras actividades económicas y financieras, eliminando cualquier incertidumbre sobre las operaciones más convenientes a realizar y, en última instancia, poder evaluar si estas satisfacen nuestras necesidades.
Antes de pedir dinero, es esencial someter la propia situación a un análisis detallado e identificar la solución más adecuada para nuestra situación financiera. ¿Te has preguntado alguna vez cuáles son las diferencias entre los créditos y los préstamos? Si eres una de las personas que utilizan los dos conceptos como sinónimos, entonces estás equivocado porque los créditos y los préstamos no son exactamente lo mismo. Veámoslos uno a uno.
¿Qué es un préstamo?
Un préstamo es una transacción financiera mediante la cual una persona o entidad llamada “prestamista” concede a otra, llamada “prestatario”, una cantidad fija de dinero. La suma de dinero, que es de cuantía fija entre las dos partes, es lo que constituye el préstamo propiamente dicho.
Mediante un contrato, el prestatario se compromete a devolver la cantidad prestada junto con los intereses acordados, al cabo de un determinado periodo de tiempo.
El reembolso del préstamo se denomina amortización, y normalmente tiene lugar en cuotas periódicas: trimestrales, mensuales, semestrales, o el periodo que se desee, durante todo el plazo acordado. Por lo tanto, toda la operación de préstamo tiene una duración predeterminada.
Otra característica principal del préstamo es que los intereses se cobran siempre sobre el importe total prestado.
Los préstamos suelen concederse para financiar la adquisición de un determinado servicio o bien.
¿Qué es un crédito?
El crédito es la cantidad de dinero, con un límite fijo, que un banco o entidad de crédito pone a disposición de un cliente. Este no recibirá el importe total de forma inmediata, como en el caso de un préstamo, sino que, por el contrario, podrá disponer de él según sus necesidades en cualquier momento, normalmente gracias a una tarjeta o cuenta de crédito.
Con todo esto, queremos decir que la entidad hará concesiones parciales de ese dinero puesto a disposición del cliente a petición de este. El cliente puede pedir que el banco le conceda todo el dinero, solo una parte o no reclamar nada. La principal ventaja es, por tanto, la flexibilidad. Esto nos da la posibilidad de gestionar, por ejemplo, pagos inesperados.
Además, el cliente tendrá que pagar los intereses solamente por el dinero que haya reclamado efectivamente, aunque normalmente se cobra una comisión por saldo no dispuesto (es lo que hay que pagar por la parte del crédito límite contratado y no utilizado). Así, a medida que devolvamos el dinero puesto a nuestra disposición, podremos disponer de más, siempre sin superar el límite acordado.
Al igual que los préstamos, los créditos se conceden por un periodo determinado, pero a diferencia de otras modalidades, al final del periodo se pueden renovar o ampliar en función de las necesidades de cada persona.