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Un préstamo personal es una vía para obtener financiación a la que acuden miles y miles de personas cada año en nuestro país. Sin embargo, los préstamos personales pueden ocasionar muchos problemas si se cae en un impago. La razón es que el deudor responde con todo su patrimonio para devolver la deuda (sueldos, salarios, rentas, bienes personales…), por lo que se puede acabar siendo embargado hasta que la deuda sea devuelta en su totalidad con intereses y recargos de demora incluidos.
En el post de este mes en el blog de Prestamistas.net vamos a ver qué puede ocurrir si no pagas un préstamo personal en España, las consecuencias y los pasos que seguirá el prestamista para reclamar la deuda.
¿Qué consecuencias tiene dejar de pagar un préstamo personal en España?
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Los préstamos personales en España están regulados por ley y, por tanto, esto significa que caer en impago de un préstamo personal otorga derechos y obligaciones a ambas partes. También hay límites normativos en cuanto a las cantidades que se pueden reclamar y los procedimientos para hacer dicha reclamación de deuda.
Si quieres echar un vistazo a la normativa que regula los préstamos personales, esta es la ley 16/2011 reguladora de los créditos y préstamos al consumo.
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Las consecuencias y problemas que podemos afrontar por dejar de pagar un préstamo personal en España pueden escalar rápidamente si dejamos pasar el tiempo y no devolvemos la deuda.
La razón de que los préstamos personales sean tan problemáticos es que cuando firmamos un préstamo personal debemos responder de la deuda con todo nuestro patrimonio presente y futuro.
Los pasos legales y administrativos que se llevarán a cabo en nuestra contra si dejamos de pagar un préstamo personal son los que vamos a ver a continuación.
Primera consecuencia: pagar comisiones e intereses de demora
La consecuencia más directa y automática de dejar de pagar un préstamo personal será afrontar intereses de demora. Los intereses de demora son la comisión que cobra el banco o el prestamista cuando nos retrasamos en el pago de las cuotas. Si tras un par de semanas sigues sin poner en orden tus finanzas, seguramente el banco o prestamista se pondrá en contacto contigo para saber qué está ocurriendo y reclamarte de forma amistosa que pongas al día tus finanzas.
Este procedimiento se realiza para impagos o retrasos en la primera, segunda o tercera cuota de tu préstamo personal. El prestamista o banco intentará contactar contigo por correo postal y por teléfono para saber lo que está ocurriendo. Mientras sigas retrasando el pago de las cuotas del préstamo, los intereses de demora se seguirán acumulando.
Segunda consecuencia: recibir reclamación judicial de deudas
La entidad bancaria o prestamista habrá intentado contactar contigo para que pongas en orden tus finanzas. Si incluso así sigues sin hacerlo, normalmente entre la cuarta y la sexta mensualidad impagada se abrirá un proceso judicial para la reclamación de la deuda. La anteriormente mencionada ley 16/2011 reguladora de los créditos y préstamos al consumo especifica que el prestamista tiene derecho a iniciar un proceso de reclamación judicial de deudas a partir del tercer mes de impago de las cuotas, aunque dependiendo de la entidad bancaria o prestamista, este proceso puede iniciarse después de la sexta cuota (seis meses de impago). Iniciar un proceso judicial no es una situación agradable y cualquier banco o prestamista intentará siempre solucionar el problema de forma amistosa. Un burofax del juzgado te informará que una reclamación judicial de deudas ha sido iniciada contra ti.
Tercera consecuencia: se te embargarán salarios y bienes personales
La reclamación judicial de deudas contra ti acabará con toda seguridad con el embargo de tus salarios, sueldo o rentas que puedas recibir durante el periodo de tiempo que determine el juez (1 año, 2 años, 5 años…) hasta que la deuda junto con los intereses sean totalmente liquidados.
En el caso de que la deuda sea muy abultada y si el juez ve riesgo de fuga del país, puede determinar que tus bienes sean requisados y vendidos en subasta pública para pagar la deuda. Se empieza siempre con los bienes más líquidos (inversiones, cuentas de ahorro, planes de pensiones…) y se continúa bajando hacia bienes más difíciles de convertir en metálico como viviendas, obras de arte…
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Además, debes tener en cuenta que si se ha firmado el préstamo junto con un avalista, este también responderá de la deuda junto contigo. Dicho de otro modo: el patrimonio del avalista también responderá por el impago de tu deuda o préstamo personal.
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Cuarta consecuencia: acabarás en un registro de morosos como ASNEF
Además de ver embargados tus sueldos, salarios, rentas y bienes personales, una de las consecuencias más seguras de impagar un préstamo personal es que acabarás en un registro de morosos, como puede ser ASNEF o RAI. Aparecer en un registro de morosos complica mucho la contratación de servicios básicos como telefonía, electricidad o suministro de agua durante los 6 años siguientes al impago de la deuda.
¿Cómo puedes financiarte si quieres evitar la contratación de un préstamo personal?
Como hemos visto, los préstamos personales tienen el gran inconveniente de que la persona que los contrata responde con todo su patrimonio en caso de impago.
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Siempre se puede ofrecer a la entidad bancaria prestamista un aval que responda por nosotros en caso de impago, pero esto significa poner en riesgo el patrimonio de un tercero. Por eso, una gran alternativa a los préstamos personales son los préstamos hipotecarios: se ofrece al prestamista o entidad bancaria una propiedad inmobiliaria a nuestro nombre para avalar el préstamo.
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Ya que una propiedad inmobiliaria es un activo que rara vez pierde valor, el prestamista o entidad bancaria se sentirá muy seguro de prestarnos el dinero y podrá ofrecernos unas condiciones de financiación más favorables en comparación con un préstamo personal.
Además, en el caso de que caigamos en una situación de impago de nuestro préstamo, en la gran mayoría de los casos la situación se resolverá entregando el inmueble que hemos presentado como aval, y la entidad bancaria prestamista nunca irá a buscar nuestro patrimonio personal.
Los préstamos hipotecarios no son solamente para comprar una casa
El préstamo hipotecario más famoso es la hipoteca para compra de vivienda, pero realmente un préstamo hipotecario puede utilizarse para multitud de cosas. En realidad, los préstamos hipotecarios son otro tipo de financiación más, y el dinero que se recibe puede usarse para cualquier propósito. Al tratarse de una forma de financiación muy segura (se ofrece al prestamista un aval con alto valor), se pueden conseguir tipos de interés y condiciones de financiación mucho más baratas en comparación con un préstamo personal.
Los escenarios más comunes en los que se usa un préstamo hipotecario son los siguientes:
- Para poder hacer frente a los costes de aceptación de una herencia. Aceptar una herencia significa tener que asumir ciertos impuestos antes de poder recibir el dinero. Por eso, si no disponemos de la capacidad financiera para el pago de dichos impuestos, un préstamo hipotecario puede ser la solución.
- Para hacer frente al pago de impuestos. Los pagos a la Hacienda y Seguridad Social es mejor no retrasarlos ni dejarlos pendientes, de modo que puede ser una buena idea solicitar un préstamo hipotecario para hacer frente al pago de dichos impuestos.